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Mostrando entradas de agosto, 2018

Sostenida por la red

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La red siempre está ahí, solo que a veces el vacío está tan impactado en tu retina que no ves más allá. Pero la red está. No como tú la hubieras tejido. No del color que tu la habrías pintado. Pero está. Y tiene la fuerza suficiente para amortiguar la caída e impulsarte de nuevo para que, como un insecto desesperado, muevas brazos y piernas para agarrarte a algo. Mi red está. A mi víctima puede que le fastidie admitirlo, pero ella sabe que es así. No importa lo lejos que quiera saltar, ni desde dónde lo haga, siempre hay un tejido dispuesto a sostenerme.   Gracias

El placer de una sonrisa

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¿Sabéis cuando sonreís y sentís que en el pecho de enfrente se enciende un farolillo a lo "gusiluz"? Es el delicioso placer de tu sonrisa. Es como cuando te dan un "Halls" de eucalipto y sientes que se te eriza algo por dentro, pero en plan bien, una explosión de buen rollo. Científicamente de andar por casa puedes comprobar lo que sucede en tu sistema, y en los de tu alrededor, cuando sonríes. Es como generar una honda expansiva de amor del bueno a kilometros a la redonda. Vaya, como si propagaras un chute de felicidad viral a lo bestia. Pruébalo conmigo, venga, dale. Primero sonríe para dentro, como a tus tripas, ahí, diciéndole, por ejemplo, a tu hígado ¡cómo me flipa tu gestión de las emociones! Luego sonríe a tus piernas y diles: ¡qué lejos que me lleváis a veces! Y continúa siendo consciente del pedazo de regalo que llevas puesto. Cuando llegues a tu cara, ve poco a poco separando las comisuras de tus labios hacia tus orejas, eso es, no pasa nada si