A David...

El pijama te queda o no te queda. Es así. No es cuestión de talla. Ni siquiera de actitud. Es algo de más adentro. Lo tienes o no lo tienes.
Él lo tenía. ¡Vaya si lo tenía!
A él le quedaba bien el pijama, el kimono y la bata de profe. Hablo de mi compi y maestro David, que resulta que se ha ido.

En realidad el pijama es para que "los otros" lo sepan. No porque nosotras/os nos transformemos en súper héroes cuando nos lo colocamos. Los súper poderes están disponibles si vestimos "de calle", en bikini e incluso cuando estamos desnudos. Porque forman parte de nuestro ADN. Porque hacer de intermediarios entre las personas y sus cuerpos es algo que se puede aprender pero, se nota cuando lo traes de serie. Lo llaman talento. O "don". Pero lo del "don" hace que nos movamos incómodos en las sillas que no ocupamos. Porque no nos gusta sentarnos. Porque lo nuestro es el movimiento. Lo dice nuestro nombre. Somos Kinés, fisioterapeutas, los terapeutas de la física...y de la escucha, y del estar, y de sabernos privilegiados cuando atravesamos el umbral del sagrado templo que es el cuerpo del otro.

                               


Él representaba todo esto. Bueno, no lo representaba, lo era. Un fisio, osteópata, acupuntor, maestro Reiki, kinesiólogo y profesor coherente. Una persona muy bonita que daba mucha luz a esta oscuridad. Y una pareja y un papá y un hijo y todo lo demás.

Hacía mucho que no nos veíamos, compi. Y tampoco es que compartiéramos muchos años de trayectoria, apenas un par. Pero fueron suficientes para admirarte como fisio, como maestro y como persona desde el día que entré a formar parte del equipo en aquella clínica.

Y hoy, que he sabido que te has ido, necesitaba recordarte y honrarte. Y decirte que me acuerdo de tus mensajes. Y que es verdad. Que, aunque ya no lleve el pijama, aquí sigue habiendo una terapeuta. Te prometo no olvidarme. Ya veremos por dónde sale.

Descansa donde estés.







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