Una tonelada de amor por una hora de trabajo

Llamas al timbre y dejas el atasco y el sueño en el portal. -¡Buenos días! y la cara del que abre la puerta es un informe detallado de cómo han pasado la noche. Pruebas a combinar tu sonrisa con un guiño. Tu admiración por los que acompañan no cabría en mil campos de fútbol. Dejas los trastos en el salón y haces que corres por el pasillo para darle una sorpresa.  En la habitación el respirador burbujea. Menos mal -te dicen sus ojos- llegas justo a tiempo. Esa burbuja me estaba poniendo nerviosa.

Acaricias sus mejillas y sonríes diciendo: -¿Cómo están hoy los ojos más azules del mundo?-. Mira hacia abajo para señalarme el tubo. -Lo sé - le digo -ya vengo a por ella. Y lo haces rápido, pero con la suavidad y el tiento de la primera vez. Nunca has experimentado una sonda aspirando entre las mucosas de tu tráquea, pero tu empatía te obliga a imaginarlo. Guantes, suero, dentro y las tengo ¡ya está!. Como dirían los gansgters: "un trabajo limpio y rápido". Ya no hay burbujas, vía libre para el oxígeno y algo de color vuelve a sus mejillas.

La noche ha sido larga. No ha habido visita de los chicos del 112, pero la morfina ya no coopera tanto como antes. Así que es tu turno, son tus manos, es el tono de tu voz, tus ojos escuchando lo que los suyos intentan decirte.
La tormenta se acerca y los ojos se llenan de lluvia. Tú estás ahí, sentada en su cama. Sólo estás. Su mano se cuela entre las tuyas. No salen palabras de tu boca. Escuchas los gestos de sus párpados y pegas un trago de impotencia.

El nido de Robin

La tormenta se calma (bendito Reiki). Los músculos de la cara se relajan y sueltas sus manos para empezar a mover esas piernas tan largas. Se permiten cosquillas en los pies (¡alguna ventaja tiene que tener conservar la sensibilidad!) y también aparecen las bromas: -¡Menudos juanetes! no me extraña que no salgas de la cama, con estos dedos no encontraríamos zapatos de baile-. Comienza el waltz de las piernas. Las abrazas y tarareas. Ella mueve la cabeza de un lado a otro: -En vez de fisio tendrías que ser payasa-. Me arranca una carcajada y el efecto dominó funciona,  desde el pasillo asoma una cabeza ¡vaya juerga que tenéis montada! Y nos reímos los tres con fuerza. Con la fuerza que a ratos vence a ELA.
La risa llama a la tos y el gangster vuelve a actuar rápido para llevarse otra burbuja. ¡Un día vamos a volver loco al respirador con nuestro humor! El pobre aparato pita desesperado intentando seguir nuestro ritmo. Le damos una tregua y dejamos que nos coja.

Quedan diez minutos para los brazos y el cuello. Pero no tengo prisa. Me gusta hacer que sus manos le acaricien el pelo y la cara... Le digo: -¡venga, aprovecha, que te pique la nariz ahora para rascarte con tu propia mano!  Y otra vez me regala una sonrisa. Y entonces no puedo evitarlo. Hago que su mano viaje hasta mi cabeza y la deslizo por mi cara. No es una maniobra descrita en los libros, pero para nosotras es de lo más terapéutica. Sus ojos me dicen gracias. Los míos responden: a ti por darme tanto.




Llega el momento de mirar el reloj.  Me acerco a su cama para que me de un beso de despedida y nos cogemos las manos con el clásico: -"Hasta mañana princesa".

Y las dos sabemos que ese mañana puede irse muy lejos. Por eso, cuando me mira, yo trago saliva. Y entonces sucede algo mágico. Mi sonrisa crece hasta hacerse enorme pensando en lo bonita que debe estar bailando al otro lado del Arco Iris.

A Candi...



Comentarios

Natacha ha dicho que…
Hay personas que son humanas, hay otras que llenan de humanidad todo lo que tocan y otras en las que la palabra humanidad se llena de sentido.
Felidades hermana por haber sido capaz de transformar en letras tanta sensibilidad.
No dejes de escribir.
SCM ha dicho que…
Oleee..muchas gracias. Me alegro de que te guste, supongo que todo se pega (por lo de escribir, digo ;-)
Aún "debo" unos cuantos de estos..irán saliendo..
Maru Mi desenchufe ha dicho que…
Sin palabras... es precioso!
Gracias

Entradas populares de este blog

Como Dientes de león

Channel Nº4

Si el sol acaricia tu velo