La herida
Entreabrí los ojos entumecidos y busqué con mi pecho su espalda queriendo abrazarme, pero solo encontré el lomo de Logan enroscado cerca de mi vientre. Me incorporé para verme allí, tumbada en un claro del bosque con las ascuas en su ocaso, como la cría que algún animal hubiera decidido dejar atrás.
Busqué entonces
su figura, quise verla aparecer entre los árboles trayéndome café caliente. Pero solo recibí la burla de un arrendajo agitando
las ramas para hacerme creer que ella aún estaba cerca.
Inhalé el aire que pude y me senté para reconocer al sol marcando un nuevo inicio.
Mientras
Logan lamía mis manos, recordé cómo le había pedido que se fuera y no volviera
a buscarme. Fueron dos actos de amor, el
de ella hacia mí dándome la libertad y el que yo me debía a mí misma para poder encontrarla.
Me puse en pie
sintiendo que arrastraba el plomo de un cañón en mi cuerpo. Me había propuesto
encontrar un nuevo camino y no había tiempo que perder. Sacudí los restos de la
noche y di un primer paso hacia lo desconocido. Después de todo, la incertidumbre se había convertido en mi fiel compañera de camino.
Continuará...
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