La verdad que escondía el espejo

Caminó por sus años vestida de dramatismo, con ojos de víctima y exigiendo justicia divina.
Colocó un espejo reflejando en sus pupilas la figura de alguna modelo, los ojos de la mejor actriz y el duende mágico de un baile.
Creyó ser, entre amigos, sabia consejera de la experiencia y madre protectora que demanda sólo la atención que le es debida.
Trabajó sintiendo que siempre podía hacerlo mejor, persiguiendo la idea de vencerlos a todos.
Pero la venda de sus ojos comenzó a aflojarse desvelando otra realidad. En cada vuelta las imágenes de otro espejo se hacían paso a través de los párpados agachados. Trataba de cerrarlos ante cada flash de consciencia. Se mordía el labio al admitir las verdades que la otra cara había escondido en alguna parte.
Le lloró el corazón y decidió esconderse para ocultar lo que ahora reconocía como Ella misma.
Se enfureció con los que la rodeaban. Reprochó a los que inútilmente la amaban. Les creyó enfermos por ser capaces de aceptarla siendo un esperpento.
Quiso morir. Quiso morir sintiendo que nunca podría volver a ser.
De puntillas intentaba no despertar su tiranía, su arrogancia y su ingenua superioridad, todas hijas de la inseguridad que venía instalada desde origen.
Sintió rabia. Sintió tanta rabia que llegó a maltratar al corazón que se acostaba a su lado. Fue entonces cuando llegó a su nariz el humo de la batalla que se celebraba en su consciencia y decidió terminar para empezar a ser.
Miró al espejo de la imperfección, lo abrazó y lloró bailando desnuda al ritmo de la tierra.
Sintió como su cuerpo se relajaba y su mente le enseñaba a pedir ayuda.
Permitió a su torpeza equivocarse sin castigo y probó a flotar en el río sin controlar su barca o la de otros.
Colocó una silla frente a su sonrisa y le anunció a su Ego:
-Te he reconocido y sé que siempre estarás ahí. Pero no puedo permitir que seas el protagonista de mi vida.
Bajó el volumen y, sin miedo, le volvió la espalda.
Guiño un ojo imperfecto a su perro y lo invitó a pasear, sin pretensiones, con un rumbo poco exacto, respirando el momento y celebrando a cada paso el placer de ser y estar juntos.
A tod@s los que de una forma u otra me están ayudando a quitarme la venda. En especial a mi amiga Carmen P. por ser una guía maravillosa y ¡muy eficaz! 

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Gracias amiga! Me ha emocionado! Qué bien escribes y qué útil, me siento identificada, tan directo y poético a la vez. Sigue compartiendo. Besos. E.

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